DISCOS

Yordano (1984)

Para ponernos en contexto: 1984 es el título de la famosa novela de George Orwell y es también 1984 el año en el que recibí mi título de Bachiller en Ciencias. También fue un año olímpico, ya que en la ciudad de Los Angeles, Estados Unidos, se celebraron los Juegos de la XXIII Olimpiada, donde el nadador venezolano Rafael Vidal se hizo acreedor de la medalla de bronce al arribar tercero en la final de 200 metros estilo mariposa. Por otra parte, Francia derrotaba a España 2-0 en la final de la Eurocopa de futbol y Niki Lauda se proclamaba Campeón de la Formula Uno. Fue también un año de muchos lanzamientos musicales: Dire Straits lanzaba su famoso álbum Alchemy, Rubén Blades nos ofrecía Buscando Amèrica, entre tantos otros discos que salieron a la venta en ese año. Sin embargo, lo que hoy me motiva a escribir provino de mi país natal, Venezuela.

Al culminar mis estudios de bachillerato en ese año, en casa decidimos que, mientras esperaba entrar a la Universidad o al Tecnológico, era bueno estudiar y mejorar mi nivel de inglés, de modo que mis pasos fueron a dar al Laboratorio de Idiomas de la Universidad de Carabobo. Fue un tiempo que recuerdo con mucha gratitud ya que me permitió mejorar mis conocimientos de inglés, así como conocer nuevos amigos. Y, además, gracias al intercambio de regalos que se hizo en el salón durante el fin de año, recibí como obsequio de parte de una guapísima compañera de estudios un disco que estaba en mi lista de pendientes: El disco de Yordano que estaba saliendo ese año.

Ese disco era un furor en la época, sus canciones sonaban en la radio y la música era sencillamente maravillosa, los arreglos cargados de buen gusto y creatividad, las letras con el fino verbo urbano que Yordano le imprimió a cada canción, en fin, un disco extraordinario. Por otro lado, el sonido de este disco era muy semejante a la Venezuela de aquel entonces: Multicultural, con la convergencia de razas que hacíen morada acá, donde el rock tenia presencia pero también permitía el paso a diversas tendencias provenientes del caribe, del jazz, blues y de otros géneros provenientes de lugares mas lejanos. Si bien ya Yordano había grabado en 1982 su primer trabajo como solista titulado Negocios son negocios, este disco de 1984 fue el que realmente puso a Giordano Di Marzo Migani – nombre de pila de Yordano – en el gusto y en la cima de la popularidad en Venezuela, todo esto sin sacrificar la calidad, la estética plasmada en letras y sonidos y la osadía presentes en esta producción musical. Para este disco, Yordano contó con el respaldo de La Sección Rítmica de Caracas, una extraordinaria banda conformada por Lorenzo Barriendos en el bajo, Willie Croes en los teclados, Eddy Pérez en las guitarras, Carlos «Nené» Quinero en la percusión y Ezequiel Serrano en los saxofones, flauta, arreglos, dirección musical y el genio que puso un listón muy alto con la producción de este disco. La Sección Rítmica de Caracas fue, sin dudas, una banda irrepetible, que a muchos de nosotros nos influenció para tomar la senda musical. Y mas allá de eso, la presencia de invitados especiales como Ilan Chester, Rafael Rey, Ana Valencia y Guillermo Carrasco, entre otros.

Acudo a este disco con bastante frecuencia, de alguna manera esta música me señaló un camino hacia la vanguardia, hacia la incesante búsqueda de la excelencia, hacia una forma de hacer música que formó parte de un importante y determinante movimiento musical en Venezuela en la década de los 80, lo cual mostró un gran caudal de talento, de creatividad y de excelente música en estilos diversos, pero con el sello venezolano en cada compás.

Toda esta música se fue alojando en el morral donde viajan mis sueños y recuerdos y aun permanece conmigo de manera inalterable. Muchas de estas canciones tienen su asiento en la banda sonora de mis pasos y, sin lugar a dudas, es uno de los mejores discos hechos en Venezuela. Desde su aparición en 1984 forma parte de mis discos favoritos. Y sí, aun recuerdo ese intercambio de regalos y el beso – o los besos en aquel lugar secreto- de aquella guapa mujer que me regalo el disco.

Mientras tanto sigo aquí, sentado sobre una corchea.

DISCOS, Latin Jazz

Rumba a la Patato – Marlon Simon & Nagual Spirits (1999)

La seriedad con la que encaro mis proyectos profesionales y artísticos es algo que me caracteriza. Y los programas de radio que he realizado desde 1997 no escapan a ello. Todo esto no quiere decir que no disfrute lo que hago, al contrario, me gozo cada programa como si se tratase del último, y eso no va a cambiar. Cada programa de radio que produzco representa un reto, una responsabilidad, una oportunidad de comunicarme con mucha gente y mostrar el jazz que se hace dentro y fuera de nuestras fronteras. Y lo que siempre ha sido – y sigue siendo – un punto de honor en mi carrera radial: Promover la música hecha por venezolanos.

Como cada programa, la tarea más complicada y grata es hacer la selección musical. Hay que evitar la repetición, hay que procurar la calidad, el buen gusto, hacer un balance entre la tradición y la vanguardia, los consagrados y los emergentes. Siempre ha sido complicado escoger entre tanto material discográfico. A pesar de ser una tarea complicada, tiene mucho disfrute el trabajo investigativo, así como cuando logras armar una pauta musical coherente y que el oyente pueda disfrutar. En mi caso, el trabajo de producción siempre ha sido arduo, requiriendo unas cuatro horas de producción por cada hora al aire. No dejo nada a la casualidad ya que no creo en ella, tampoco dejo espacio al azar.

Era una noche de radio en el año 2000, y traía conmigo un disco recién comprado y que me había gustado mucho: Rumba a la Patato de Marlon Simon & Nagual Spirits. Nativo de Punto Fijo, estado Falcón, Venezuela, Marlon Simon había hecho estudios musicales en los Estados Unidos, concretamente en la University of the Arts en Filadelfia, así como en la New School for Social Research en Nueva York y había cosechado una importante trayectoria en el mundo del Jazz como baterista y percusionista junto a leyendas como  Hilton Ruiz, Dave Valentin, Jerry González, Chucho Valdés y Bobby Watson, entre otros grandes nombres del Jazz. Este disco Rumba a la Patato era la segunda producción de Marlon Simon, ya que anteriormente había grabado The Music of Marlon Simon. Bien, este disco nos muestra música de alto nivel y buen gusto, un manojo de composiciones que cuentan historias que nos hablan del mestizaje llevado a cabo entre el Jazz y la música de este lado del planeta, arreglos muy bien elaborados y una ejecución desde el corazón, sin artificios, con verdadero arte, Latin Jazz auténtico, genuino. Si bien su disco The Music of Marlon Simon me había gustado y era un disco muy bien logrado, consideraba que Rumba a la Patato estaba en un nivel superior, tanto en el concepto musical como en el desarrollo de ideas musicales aquí plasmadas. Una música que me invitaba a descubrir el nagual, esa parte mágica de la experiencia humana, la parte espiritual que no puede ser explicada por los pensamientos locales de la vida cotidiana. En fin, uno de esos discos que habla por sí mismo. En Rumba a la Patato, Marlon Simon contó con la participación de sus hermanos Edward Simon en el piano y Michael Simon en la trompeta. Además, el lujo tener como invitados a Andy González, Brian Lynch, Peter Brainin, Bobby Watson, Luis Perdomo y Roberto Quintero.

Así las cosas, cuando apenas escuchábamos la segunda pieza del disco, sonó el teléfono de la cabina de la emisora. Mi compadre y gran operador de audio José Luis Caripá tomó la llamada y me dice que alguien quiere hablar conmigo. Tomé el teléfono y una voz seria me dice «Buenas noches, Fósforo, Muchas gracias por sonar mi música«. Quedé un tanto sorprendido, por lo cual pregunté inmediatamente quién estaba al otro lado del teléfono, y la respuesta fue «Te habla Marlon Simon. ¿Dónde queda esa emisora?» Mayúscula sorpresa. No salía de mi incredulidad y de mi asombro. ¿Marlon Simon en Valencia? ¿Pero si en el disco decía que estaba radicado en lo alrededores de Nueva York? Luego de un par de comentarios más, le di la dirección de la emisora. Al cabo de unos diez minutos, llegò Marlon Simon a los estudios de a radio. Fue una grata coincidencia que él estuviese en esos días de visita familiar en Valencia, y no desperdicié la oportunidad para conversar con el protagonista sobre Rumba a la Patato así como otros aspectos referentes a su carrera.

Desde ese entonces, Rumba a la Patato es un disco que va conmigo siempre y representa una fuente de inspiración para seguir adelante en el camino del jazz, una producción que se ha convertido en una suerte de manual para transitar por los infinitos caminos de la música y que siempre está presente en mis producciones radiales. Un disco sólido, sin fisuras ni desperdicio. Sin dudas, Rumba a la Patato es un clásico del Latin Jazz.

Mientras tanto sigo aquí, sentado sobre una corchea.